Ana Volonté

Nocturno

Gabriel Xillovich en Pólvora.

(2024)

Guadeloupe-Buenos Aires, julio de 2024

Querido Gabriel:

Te escribo esta carta que es también un diario curatorial desde estos días en el Caribe. Estoy absorbiendo la sal, el clima templado y los coletazos de un huracán mientras pienso en tus pinturas, en los chismes que compartimos sobre la vecina atrevida con la que me encariñé y me hizo revisar a Esther Díaz. Siento el peso de no estar acompañando como debería por estar lejos y al mismo tiempo sé que solo basta estar del otro lado, sostener tenso el hilo con el que charlamos para que corra por él todo lo que condensa.

Acá las raíces aéreas de algunas plantas se meten por las fisuras de todas las cosas y me quedo observándolas extasiada por el movimiento constante de cualquier recorte visual en el que todo está vivo, en movimiento. Hay negociaciones, constantes pugnas por la supremacía y la dominación entre especies que se interfieren, se afectan, se devoran, se asfixian, se funden entre sí. Cuando cae la noche los insectos arman un sonido coral alucinante y me encierro a ver Green porno de Rossellini como quien estudia con documentales el desmantelamiento de los escrúpulos sobre el sexo.

Hace unos días estuve en un hammam y me acordé de los saunas y los secretos de los putos que nunca revelan del todo los códigos del erotismo de tetera. Me transpiraba la piel formando ríos de sudor en los pliegues del cuerpo. El cuarto estaba lleno de vapor atravesado de haces de luz magenta y una alerta de conciencia de los restos depurados de otros cuerpos que después de un rato de tensión reconocí como una inmundicia deliciosa, un harén de fluidos anónimos, un caldo colaborativo de toxinas desactivadas. A mi derecha había un bajorrelieve de cemento con un poisson rouge que no miré de frente porque me daba una vibra mágica demasiado potente para ese estado de entrega. En la asfixia del vapor estuve rumiando una pronunciación esquiva y torpe del francés: poisson rouge, poisson rouge, poisson rouge. Me acordé de cuando nos reímos de la definición conjunta de “desubicación fina” y el doble sentido de la técnica sustractiva. La veladura del agua en suspensión enrarecía la perspectiva y los contornos de mi misma tal como lo hacen tus pinturas con los cuerpos apelmazados de sexo en una sola forma sin fondo donde se mutean las chismosas, los estigmas, las voces bienaprendidas en general. Imagino entrar al render que hicimos para el montaje y sentir ese vapor desdibujar todo. Me tranquiliza la oscuridad. Ya relajé el miedo a no conocer el código, ya vi que puedo ser una buena forastera, quedarme afuera oficiando de campana, a lo sumo hacer algunas advertencias antes de evaporarme. 

Nocturno es una ilusión de penumbra. Contiene un gesto indicial autoportante que revienta la escala en forma de candelabros. El cuerpo no encaja en ninguna proporción, la obra nos saca de ese lugar demandante de tener que decir algo certero, servil, categórico. Es fascinante verlo saltar entre collages de revistas y transacciones de grindr con una cola de novia errante que arrastra la pacatería y la decora con atrevidas intervenciones. Sus mil voces en off hacen hablar a los muñecos en una novela de enredos escandalosos. Ese sonido muteado en la sala, reverbera como un espíritu errante entre los cortinados, arma diálogos distintos cada vez, multiplica las escenas estimulando los relatos del cuerpo donde como en el vapor, la voz de la vecina pasa por auto-tune, las punkis de ciudad por una pastalinda, las afiladas pegan la vuelta intrigadas.

Noté algunas extremidades confundidas en la paleta de color, con fuxia, con marrón. Las encontré siguiendo los cuerpos como quien desenreda un ovillo. Tu obra está llena de nudos que me hace bien mirar, que habilitan mis imperfecciones, hacen un lugar en el mundo para lo que no tiene un parámetro certero ni correcto. Me ilusiona la apertura de tu exhibición para que otrxs puedan tomar eso propicio que estas ofreciendo, llevarse un revolcón de ternura libertina, un respiro húmedo, un poco de placer. 

Quien lleve tu obra cruzará un puentecito semicircular que atraviesa un estanque y le dirige al hammam. Será como llevarse un poisson rouge, un talismán de deseo, bendiciones, una habilitación. Todo saldrá bien. Habrá suerte.  

Cariños!

Ana Volonté, curadora.

Julio de 2024

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