Ana Volonté

FUGA

R.A.R.O Buenos Aires.

en CheLA
(2024)

Artistas

Agustina Margotta Lizárraga (Chile)
Alejandra Alarcón Torres (Colombia)
Andrea Fürst (Alemania)
Eleonora Signorini (Italia)
Felipe Patarroyo Devia (Colombia)
Loreto Corisco (España)
Sofía Papi (Argentina)
Tjorven Bertolatus (Alemania)

 

Fotografía: Maria Luiza Amorim

Curaduría: Ana Volonté

 

FUGA

 

Trasladarse para residir, estar presente en un lugar nuevo, ser levemente otrx.
Una residencia es una experiencia de traslación en la que se mueve el eje desde el cual la mirada recorta una
nueva porción de paisaje, reconoce el espacio, construye un itinerario y ensaya una nueva una voz.
Hacer un viaje tiene tres grandes momentos; el de la planificación, el traslado y residencia y por último, el
retorno. En Fuga presentamos una posibilidad de apertura de esa voz renovada en RARO Buenos Aires. Un
primer contacto de la obra funcionando autónoma en el ecosistema dinámico de la ciudad.
Esta exhibición se enfoca en la reconfiguración identitaria que ocurre desde las ideas previas a la experiencia
del viaje, el desplazamiento del centro desde el cual se proyecta un nuevo recorte del campo perceptual que
guía la construcción de una nueva voz, fresca y provisoria.
Los planes, las ideas, el itinerario preconcebido desde un centro anterior -topográfico o conceptual- se
desdibujan y se ponen en tensión con una nueva manera de mirar el mundo para finalmente rendirse a los
nuevos estímulos. El proyecto de investigación se empapa de nuevas prioridades y los grandes temas de la
obra se renuevan interpelados por la pulsión de recolectar toda esa información que aparece tierna y
disponible. En este mes de convivencia y recolección de muestras de ese nuevo espectro de ocho miradas,
nos propusimos soltar las lealtades al proyecto pensado desde la identidad original para hacer espacio a las
adherencias intuitivas que provoca la vida en tránsito, la emoción del descubrimiento, la renovación de
principios para acompañarlas en sus derivas y finalmente ejercitar otros modos de aparición. Aquellas
primeras inquietudes impresas en las anotaciones y diarios de viaje funcionan como un punto de fuga que se
expande hacia la exploración de una nueva existencia material. Una semilla bien nutrida y regada ofrece un
fruto cuyo sabor exótico documenta una nueva manera de sentir el trabajo y con él la identidad. Probar un
método, anotar los ajustes, sus potencias, sus desaciertos. Una receta que se puede plegar y llevar de vuelta
al lugar del que se sale siendo unx y se vuelve expandido.
Provocar alegría para poder retratarla. Sembrar el juego y documentarlo – Tomar con el cuerpo suficientes
muestras de una atmósfera afectiva, expandir la pintura, descolgarla, convertirla en polvo, rendirla a la pisada
colectiva, ejercitarla en el ritmo propio de la respiración – Dejarse afectar por la picadura de un animal y
probarse andando herido. Rendirse a la caída, documentar su hermosura – Pensarse insecto como incisión en
lo humano. Provocar un sistema que ensaye la convivencia respetuosa y multiplique la armonía – Escribir con
mugre una nueva narrativa identitaria donde lo heredado aparece como escombros y pronostica una
construcción en potencia – Ensayar el retrato como un espejo, ejercitar el disparo, negociar la desnudéz,
conseguir una imagen que le hable ahora a ella y ella pueda escucharla – Reafirmar la residencia, conquistar
un espacio precioso con sus propios restos, echar luz sobre el origen y el destino del nombre como autoría –
Escanear la monumentalidad de la ciudad, tomar su escala, domarla, reescribirla, bailarla y posarla en el
reflejo burbujeante de la mesa de un café.
Ana Volonté, mayo 2024

 

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